Un urgente encuentro, un anhelado reencuentro
Con la participación de 492 personas, más de veinte organizaciones sociales y autoridades locales y nacionales reunidas simultáneamente en seis sedes presenciales a lo largo del país y un espacio virtual, se realizó el IV Encuentro Nacional de Redes, ¿A qué escuela queremos volver? Ibagué como sede principal y Guapi, Quibdó, Cali, Montería y Chinauta como sedes satélite, fueron las anfitrionas.

El pegajoso estribillo acompañó los tres días de actividades ─«Péguese a lo bueno, péguese a la paz… »─. Esa alegre rumba, escrita por el padre Bolívar Montaño y musicalizada por Jenner Ruiz y Educ-arte, fue la banda sonora perfecta del Encuentro ─«péguese a la gente que le gusta estudiar»─, o mejor, del reencuentro después de dos años de ausencia, distanciamiento y virtualidad ─«Esta es la gente que hace nación / Que hace familia, que hace región / Que no hace daño, para ser feliz / Esta es la gente que yo quiero aquí»─.
Fue un gran desafío metodológico: realizar actividades simultáneamente en siete espacios diferentes, presenciales y virtuales, en ocasiones interconectados, tenía que serlo. Siempre supimos que lo sería, pero también teníamos claro que ese ejercicio probaría lo que aprendimos con la pandemia: que el encuentro cercano entre humanos es insustituible, pero que a la vez las tecnologías de la virtualidad ayudan a cerrar las brechas geográficas y nos van a acompañar de acá en adelante. El Encuentro de Redes fue, en ese sentido, tanto un experimento como una declaración de voluntad de transformación.
Aunque desde lo metodológico esto es cierto, resulta innegable que, temáticamente, el Encuentro fue mucho más que eso: fue un llamado a la acción urgente ante los momentos críticos que estamos viviendo. «Regiones como Vaupés o el Chocó rural ─recordó durante la apertura Oscar Sanchez, director de Educapaz─ actualmente tienen más del 50 % de inasistencia escolar; en algunas partes del Cauca la manigua se está literalmente comiendo las puertas, ventanas y techos de las escuelas; la salud física y emocional, el desarrollo socioemocional y académico de estudiantes y docentes también se ha visto afectado dramáticamente por la pandemia; y la violencia está golpeando duro, muy duro al país, en especial a nuestros jóvenes».
Por eso los tres días se dedicaron a identificar esos cambios pedagógicos urgentes y a definir a cuál escuela es la que queremos ─quieren desde las regiones─ regresar; a identificar aquellas situaciones críticas para lograr atenderlas de manera prioritaria durante los próximos años. Porque todos ─casi todos─ estamos de acuerdo en la necesidad de volver a las escuelas, pero no a cualquiera, no a las mismas que cerramos hace ya casi dos años, no actuando como si nada hubiera ocurrido, como si todo volviera a la normalidad ─no hay tal cosa como una nueva normalidad, porque si es nueva, no es normal─, ignorando que antes de la pandemia había desigualdad, durante la pandemia también y después de la pandemia aún mucho más.
Todavía hay cerca de dos millones y medio de niños, niñas y jóvenes que no han retornado a la escuela, como lo recordó, también durante la apertura del Encuentro, la viceministra de Educación Preescolar, Básica y Media, Constanza Alarcón. Para ella es claro que «necesitamos volver. La condición humana nos advierte, con claridad, que es urgente el retorno (…) Pero necesitamos volver a una nueva escuela, una en la que el reconocimiento, el respeto y la generación de capacidades se potencie». Ese es el gran desafío que tenemos como país.

Con este reto en mente, el Encuentro tuvo dos grandes ejes temáticos: por un lado, Escuela y pandemia, alrededor de cuatro preguntas orientadoras: ¿De qué escuela salimos cuando inició la pandemia? ¿En cuál estamos ahora? ¿Qué debemos conservar y qué debemos transformar de cada una? ¿Qué escuela necesitamos? El segundo eje, Escuela y construcción de paz, giró en torno a una pregunta: ¿Cuál es el papel de la escuela frente a los retos y oportunidades de construcción de paz que enfrenta el país en un año histórico? Esto en el marco de los aprendizajes del Paro Nacional y el papel de los jóvenes, así como los avances y retos del fortalecimiento de la educación rural en estos 5 años de implementación del Acuerdo de Paz.
Estos temas se abordaron a partir de diversas actividades que incluyeron charlas con personas y experiencias inspiradoras, espacios para compartir experiencias, diálogos territoriales, visibilización de productos terminados, encuentro con precandidatos y precandidatas presidenciales, entre otras.
Colombia es un país paradójico: a pesar de que a lo largo del último siglo se han firmado más de cincuenta acuerdos de paz, aún no se ha logrado construir paz. Una de las causas está en que a las niñas, niños, jóvenes y adolescentes no se les han dado las oportunidad para que se transformen ellos mismos y transformen su entorno; y en que a las poblaciones rurales, vulnerables o víctimas del conflicto no se le ha dado acceso a la formación integral. Por eso y para eso, realizamos este IV Encuentro Nacional de Redes, por eso y para eso seguimos cantando aquel pegajoso estribillo que nos acompañó a lo largo de los tres días: «Esta es la gente, que a mí me gusta / Siempre pa’ lante, nada le asusta / Fuerte, valiente, inteligente / Ama a su pueblo, ama a su gente / Péguese a lo bueno / Péguese a la paz / Péguese a la gente que le gusta estudiar».
