Escuchando las palabras de las escuelas en la región Centro Andina.

Treinta instituciones educativas de Boyacá, Cundinamarca, Huila y Tolima, recorren las primeras etapas del proceso de elaboración de sus proyectos investigativos para explorar el valor de la verdad para la prevención y transformación de conflictos, en el marco de Escuelas de Palabra. Las y los facilitadores de Educapaz en la región, nos cuentan sus experiencias.

La pandemia por el Covid-19 cambió los planes. La gravedad de la situación invitaba a la precaución y lo que se esperaba fuera un proceso investigativo a realizarse a lo largo de casi todo el 2020, se tuvo que aplazar por un año. El tiempo fue aprovechado para afinar metodologías, conformar el grupo de facilitadores locales y equipos dinamizadores. Con esos detalles definidos, en febrero inició plenamente Escuelas de Palabra región Centro Andina, una iniciativa de Educapaz para la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la

No Repetición, que busca que las escuelas puedan hablar, hacerse escuchar y tener la palabra para comprometerse con la verdad y la paz.

«Después de superar los retos de 2020 ─nos cuenta Janneth Cortés, coordinadora de Escuelas de Palabra para la región Centro Andina─ desarrollamos una estrategia que incluyó conversatorios con sentido, un proceso formativo y de diálogo social (…) y se fortaleció el diálogo social en apoyo a la Comisión de la Verdad. Todo eso ayudó muchísimo a que las comunidades educativas comprendieran mejor la importancia de trabajar estos temas».

Esta etapa de alistamiento dio sus frutos y le permitió tanto a los equipos dinamizadores de las escuelas ─conformados en su mayoría por docentes pero también con directivas, estudiantes, familias y en algunos casos por personal administrativo─ como a los y las facilitadoras de Educapaz conocerse y generar confianza. Así lo cree Carolina Alba, una de las cinco facilitadoras para la región Centro Andina: «cuando empezamos las actividades encontramos a los profesores y a toda la comunidad educativa muy comprometida, apostándole a la articulación de este proceso en sus regiones. Para nosotros ha sido muy lindo poder reflexionar y ayudar a que reflexionen sobre sus historias y conflictos, ha sido inspirador ver como crean sus propias oportunidades de transformación de sus realidades individuales y colectivas desde la investigación. Sentimos que estamos tejiendo desde allí». 

Aunque enriquecedor, el proceso no ha estado libre de dificultades: el abandono del Estado, los prejuicios y las brechas tecnológicas son algunas de ellas. Eso piensa Santiago Ribero, otro de los facilitadores de la región, quien en su diálogo con diferentes equipos dinamizadores ha identificado que «cada una de las expresiones veredales de los colegios muestra una realidad diferente de los territorios, algunas veces muy abandonados y alejados por el Estado por prejuicios sobre presencia de conflictos armados que ya no están, o por el olvido en que han caído conflictos que si permanecen o por la presencia de bandas delincuenciales y microtráfico después de que la guerrilla entregó las armas». Su colega, Carolina Lagos, ha identificado otro tipo de problemas alrededor de estas brechas: «La conexión a internet es difícil en varias zonas rurales, en donde están muchas de las escuelas que acompañamos, por lo que se está procurando hacer algún trabajo de campo para lograr solucionarlo y llegar a todos los equipos dinamizadores de las escuelas». Ella, además, se ha enfrentado al reto de lograr que los estudiantes que hacen parte de los equipos dinamizadores de las escuelas se quiten los miedos y se expresen libremente frente a sus coequiperos docentes o rectores, tradicionales figuras de autoridad. 

Las treinta instituciones educativas que hacen parte de Escuelas de Palabra en la región Centro Andina, actualmente están identificando los temas de las investigaciones que elaborarán sobre la verdad y la memoria desde la escuela. Ese proceso continuará hasta noviembre de 2021, cuando conoceremos los resultados y productos creativos de cada una de ellas. Pero aún antes de ese cierre, desde ya la experiencia está dejando valiosos aprendizajes. De eso está seguro el facilitador Oscar López, quien ha encontrado en Escuelas de Palabra «un espacio en el que se recupera la confianza, la credibilidad y la integridad (…), uno para confrontar ese monstruo que es la violencia (…), para proyectar dignidad y respeto hacia la vida, el saber humano y los hábitos de las personas y las comunidades escolares». De eso, en últimas, se trata el esclarecimiento de la verdad del conflicto para evitar su repetición.

Escuelas de Palabra región Centro Andina

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