Aprendiendo a reconstruir el tejido social
En Cundinamarca, Huila y Tolima, se realizaron las Escuelas de Perdón y Reconciliación ─ESPERE, un proceso pedagógico vivencial y lúdico para sanar las heridas, transformar la memoria ingrata, generar prácticas restaurativas y brindar herramientas para recuperar la confianza.

La Institución Educativa Rural Departamental Gazatavena se encuentra en la región del Sumapaz, más exactamente en el municipio de Medina, Cundinamarca. Ubicado en un sitio estratégico en medio de un corredor natural entre este departamento y los Llanos Orientales, el pueblo fue convertido, veinte años atrás, en un corredor del tráfico ilegal de drogas y armas brutalmente disputado por la entonces guerrilla de las FARC y los grupos de autodefensa. Los sonidos de los combates, las explosiones, la muerte y el dolor quedaron atrás; Medina es hoy un municipio tranquilo y productivo, pero las huellas imborrables de la guerra quedaron marcadas en la memoria colectiva de sus habitantes, incluyendo a docentes, estudiantes y familias de la IERD Gazatavena (ver video en este enlace).
A casi 700 kilómetros de allí, hacía el suroccidente, se encuentra Oporapa, Huila. El municipio se encuentra en un proceso de reconstrucción de la memoria del conflicto del que también fue víctima directa: la sangrienta toma guerrillera de junio de 2002 y los múltiples hostigamientos, homicidios, desapariciones forzadas, torturas, masacres, secuestros y reclutamientos ilegales que le siguieron, aún duelen en la memoria de sus habitantes. Allí se encuentra la Institución Educativa San José, una en la que la convivencia escolar ─como se identificó─ está en gran medida rota por las tensiones y desconfianzas que hay entre los miembros de la comunidad educativa, haciendo necesario un proceso restaurativo y de compromisos de transformación personal y colectivos.

Cuatrocientos kilómetros hacia el norte, casi en línea recta, está Chaparral. Este municipio del Tolima tampoco ha sido ajeno al conflicto armado, siendo quizás uno de los hechos más dolorosos la tristemente recordada masacre de abril de 1998. Allí se encuentra la Institución Técnica Educativa Alvaro Molina, en donde se hallaron diversos conflictos entre líderes de la comunidad educativa que generaron tensiones laborales y que obstaculizaron el avance de diversos proyectos.
En cada una de estas escuelas se realizaron las Escuelas de Perdón y Reconciliación, ESPERE, en el marco del proyecto Escuelas de Palabra, en la región Centro Andina. Las ESPERE son una estrategia que se ha realizado con éxito en más de veinte países por parte de la Fundación para la Reconciliación, impactando a más de dos millones de personas a lo largo de quince años, y reconocida por la Unesco como una buena práctica en Educación para la Paz. De lo que se trata es de un curso interactivo y lúdico constituido por 12 módulos de trabajos ─6 de perdón y 6 de reconciliación─, en los que participan personas que deciden, voluntariamente, vivir una experiencia fuerte de sanación de las heridas causadas por la violencia y los conflictos de la vida cotidiana. Con ESPERE se promueve la cultura del cuidado, el perdón y la reconciliación como estrategia de refuerzo de los Mecanismos Alternativos de Solución de Conflicto, se construyen significados de convivencia a partir de conceptos y prácticas para la superación de la dialéctica de venganza y se aseguran procesos formativo de contenido humanístico basado en las vivencias de las y los participantes.
Las Escuelas de Perdón y Reconciliación, realizadas entre septiembre y noviembre en los tres municipios mencionados, fueron de gran pertinencia para las y los participantes, quienes manifestaron un gran compromiso durante las dos etapas del proceso, llevándolos a profundas reflexiones para aprender a vivir sin rencor y para empoderarse de su proyecto de vida, transformando las narrativas propias desde un punto de vista esperanzador, y permitiéndose compartir colectivamente sus emociones más íntimas para exorcizar el dolor.
